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Morir no es sólo perder,
morir también es vencer.

Hijos del sol, el maíz, el agua, la palabra y el olvido. 

 

Han modificado sus costumbres, su acento no es el mismo, ya no visten sus trajes tradicionales, no se sienten ni de ciudad, ni de campo. Cualquiera diría que su destino es marchitar tersamente entre frías mañanas capitalinas, pero no.
 

Estando lejos, su cultura llega a nuevos rincones. 

Estando lejos, su lengua se escucha en otros oídos.

Estando lejos, sus raíces son mucho más profundas.

Ahora entienden que es necesario morir, para nacer nuevamente. 

MORIMOS
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